Para nuestros niñes: fideos o nutrición

Para nuestros niñes: fideos o nutrición

En el contexto de pandemia, en el último tiempo nos hemos regocijado con las noticias positivas relacionadas con el rol central que tuvieron (y tienen) nuestrxs científicxs en la lucha contra el COVID-19. Dentro de las pocas cosas positivas que se pueden rescatar en relación a la llegada de este virus, podemos visualizar el impacto que tiene la ciencia y sus cientificxs cuando se ponen al servicio de la sociedad, mejor dicho, al servicio de un problema de carácter social con una estrategia claramente guiada y motorizada por el Estado Nacional.

La pregunta que surge entonces es si esta sinergia entre ciencia, sociedad y Estado se da en aquellas otras áreas que requieren una atención de carácter urgente. Mas precisamente: ¿Es el problema alimentario en nuestrxs niñxs menos apremiante que los efectos del COVID-19 como para que nuestrxs científicxs no se pongan a trabajar en ello? Y si lo hacen, ¿qué falla?

Algunos Datos

Vayamos al punto rápidamente: el problema respecto a la alimentación de nuestrxs pibxs no es que no comen, el problema es que comen mal, lo que se denomina malnutrición o nutrición deficitaria, lo que puede derivar en un déficit de talla y en altos índices de sobrepeso. Es decir, entre la población vulnerable infantil argentina no se observa una desnutrición aguda importante estadísticamente hablando, sino más bien una malnutrición que deriva en un inadecuado desarrollo antropométrico. Chicxs gorditxs, de baja estatura, con problemas de anemia debido a la falta de micronutrientes como el hierro, el zinc, calcio y al exceso de hidratos de carbono consecuencia de la sobreingesta de fideos, polenta, pan, papa entre otros [1].

A su vez, las privaciones alimentarias en los primeros años de vida (de 0 a 4 años) no solo afecta al desarrollo físico sino también al cognitivo del niño. Los efectos de la desnutrición infantil en este período sensible pueden alcanzar consecuencias irreversibles, y en tal sentido, un límite para el acceso a recursos educativos y sociales esenciales para el mejor aprovechamiento de oportunidades. Esta situación es especialmente grave cuando se presenta en la niñez temprana por sus consecuencias en el desarrollo del cerebro, etapa donde se configuran los circuitos neuronales.

Para poner esto en números, a continuación algunos datos antropométricos en Niños, Niñas y Adolescentes (NNyA) brindados por la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud del año 2019 [2]:

  • El 13,6 % de los niñxs de 0 a 5 años presenta exceso de peso, un valor elevado si se considera que el valor esperado para esta edad es de 2,3 %.
  • El 41,1 % de los chicxs y adolescentes de entre 5 y 17 años presentan sobrepeso y obesidad, principal problema de malnutrición en el país y en crecimiento respecto a encuestas y relevamientos anteriores.
  • En niñxs menores de 5 años, la proporción de baja talla fue del 7,9 %, con diferencias significativas por nivel de ingreso. La proporción de bajo peso y emaciación en esta población fueron de 1,7% y 1,6% respectivamente.
  • En niñxs y adolescentes de 5 a 17, los resultados mostraron 1,4% de delgadez y 3,7% de baja talla. Estos dos últimos puntos no muestran diferencias significativas con anteriores relevamientos.
  • En cuanto a la lactancia materna, el 96,9% de los niñxs iniciaron la lactancia materna al nacer. Lamentablemente, solo el 43,7% reportó haber sostenido la lactancia materna exclusiva (LME) hasta los 6 meses como recomienda la OMS.
Malnutrición por carencia vs. por exceso. 2014 – 2016. NNyA en total país (en porcentaje). Fuente Programa Sumar [3]

Y desde el Estado qué…

Pareciera que el Estado hace lo que puede, o lo que siempre supo hacer: asistencialismo. Se estima que el gobierno destina más de 13 millones de kilos de alimentos a comedores y merenderos. Es decir, la mitad del presupuesto del que dispone el Ministerio de Desarrollo Social, unos 180 mil millones de pesos, son destinados a asistencia alimentaria [4].

Sin embargo, hablar de Estado como tal es una abstracción, es decir es un concepto “totalizador” que refiere a un conjunto de individuos determinados, abarcándolos a todos y cada uno de ellos como una categoría general. Por lo tanto, en la medida que permanece como categoría general no podemos asignar la responsabilidad ni el deber a un individuo en particular para cambiar el rumbo de esta situación.

Por ello, a pesar de que el Estado elige alimentar a nuestros niñxs a base de hidratos para llenarlos y que coman una sola vez por día, existen personas que intentan cambiar el rumbo de esta situación. Tal es así que dentro de estos esfuerzos por palear la situación alimentaria, existen interesantes iniciativas como los programas de Argentina contra el Hambre, políticas de prevención de sobrepeso y obesidad como las Guías de Entornos Escolares Saludables, el Plan Nacional ASI (Alimentación Saludable en la Infancia) y la creación de la Comisión Nacional de Alimentación Saludable y Prevención de la Obesidad la cual publicó las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA).

Por ahora no alcanza.

Buscando una salida desde la ciencia y tecnología

Es larga la lista de investigaciones y desarrollos provenientes de organismos de ciencia y técnica que podrían ayudar y aportar a la causa. Desde el Instituto Varsavsky hemos nombrado algunos proyectos interesantes en notas anteriores ( ver Sopar el pan y otros superpoderes) que podrían ayudar a la causa.  Los llamados alimentos enriquecidos nutricionalmente o como preferimos llamarlos nosotrxs, superalimentos, pueden producirse en escala y empezar a ser distribuidos en reemplazo de los fideos y polenta que el Estado compra a grandes empresas y distribuye en comedores y escuelas.

Estos superalimentos poseen la combinación entre nutrición, satisfacción sensorial y fortificación. De tal manera que el alimento además de ser rico en nutrientes sea rico y atractivo para el paladar de lxs niñxs.  Así, solo basta con que dichos desarrollos salgan del formato de paper de los repositorios de los organismos de ciencia y tecnología, y se materialicen en productos finales para su consumo.

Desde el Instituto Varsavsky proponemos como una posible salida a esta situación lo siguiente: producir y reemplazar. Impulsamos el relevamiento de todos los desarrollos de alimentos funcionales en condición de poder ser producidos a escala por las empresas de la Economía Popular y Pymes, para desplazar a aquellos alimentos pobres en micronutrientes de la dieta de nuestros niñxs. Ponemos a disposición nuestros recursos técnicos y capacidades para los estudios de factibilidad de proyectos, la transferencia de tecnología, producción y distribución.

El problema al que nos enfrentamos trasciende administraciones, gobiernos y territorios específicos. Embarcarnos en buscar e implementar una o varias soluciones, requiere de un compromiso y actitud que el Estado no ha tenido hasta el momento. Fruto de ello, las cifras de pobreza en niñxs no ha parado de crecer en los últimos 40 años ( el 60% en 2021, según el Observatorio de la Pobreza de la UCA) [6]. Estar a la altura de las circunstancias implica ser conscientes y actuar en consecuencia. De lo contrario, estamos condenando a una -o varias- generaciones a una vida miserable.

Instituto Tecnológico Social Varsavsky

REFERENCIAS

[1]https://carasycaretas.org.ar/2019/10/30/el-problema-argentino-son-la-malnutricion-y-la-pobreza/
[2]https://cesni-biblioteca.org/2-encuesta-nacional-de-nutricion-y-salud-ennys-2-resumen-ejecutivo/
[3]https://www.unicef.org/argentina/media/4221/file/Obesidad%20Infantil.pdf
[4]https://www.telam.com.ar/notas/202101/541756-desarrollo-social-destina-ciento-ochenta-mil-millones-de-pesos-para-crear-puestos-de-trabajo.html
[5]https://institutovarsavsky.org/sopar-el-pan-y-otros-superpoderes/
[6]http://wadmin.uca.edu.ar/public/ckeditor/Observatorio%20Deuda%20Social/Documentos/2019/2019-BDSI-DOCUMENTO-INVESTIGACION-POBREZA-INFANCIA-BOLETIN-1.pdf